Con la reciente muerte de este artista italiano, todos los de mi generación a bien seguro recordamos algunas de las canciones que nos brindó, al menos las traducidas al castellano, con sus letras extrañas y su música pegadiza, todo bajo la personalidad enigmática y hermética de un artista de tanta sensibilidad como misterio.
No conozco ampliamente su discografía, apenas las canciones más versionadas en español, pero quería detenerme concretamente en una, o tal vez dos, las que yo más recuerdo haber cantado y cuyas letras en su momento me parecían un sinsentido, no dando importancia al mensaje ni contenido por mi absoluta ignorancia y desconocimiento del mensaje, pero al fin y al cabo, pegadizas y fáciles de recordar: “Quiero verte danzar” y “centro de gravedad permanente”.
Había olvidado que aún recordaba estas letras, y es ahora cuando tras su muerte las rememoro, viendo en ellas de manera clara y cristalina la influencia de Gurdjieff y su teoría del cuarto camino con quien yo también me crucé en mi singladura de buscadora espiritual.
Gurdjieff fue un personaje del siglo XX de origen armenio, misterioso y carismático cuyo mayor aporte cultural fue el desarrollo de su doctrina del cuarto camino, una especie de filosofía metafísica ecléctica “ad hoc” absorbiendo lo mejor del budismo, sufismo, hinduismo, cristianismo ortodoxo y teosofía, con el objetivo de ser una vía alternativa para el desarrollo espiritual del individuo y para el despertar de la conciencia. El nombre de cuarto camino, viene porque hasta ese momento las vías/ caminos habituales para la búsqueda espiritual eran 1 -la del faquir,2 -la del monje y 3- la del yogui, todas ellas requerían de grandes renuncias y sacrificios de ahí que Gurdjieff idease muy ingeniosamente una cuarta vía accesible a todo el interesado sin necesidad de tantas renuncias, trabajando en un plano intelectual, emocional y físico, donde la danza era de vital importancia, así como trabajar en la sublimación de la energía sexual. Formó el Instituto para el Desarrollo Armónico del Hombre en Fontainebleau, Paris, donde se practicaban muchas danzas típicas de los sufíes y derviches giróvagos así como el resto de técnicas de su doctrina. También se le atribuye a Gurdjieff la introducción en occidente del eneagrama de la personalidad, una potente herramienta de autoconocimiento cuya amplia explicación no tendría cabida en estas líneas.
En resumen, de lo publicado respecto a la vida de Battiato, ciertamente poco se sabe, pero se desprende su inquietud por la búsqueda de lo esotérico, metafísico, espiritual siguiendo entre otros a personajes como Gurdjieff por la insistente búsqueda de su “centro de gravedad permanente, repetido en numerosas letras así como la danza y los giros como eje primordial del éxtasis que alcanzan los derviches que la practican para su liberación. Todos sus misterios se los llevó con él, dejándonos sus canciones, poesías, pintura y demás obra como mejor manera de expresión de su entender la existencia y que cada cual piense lo que quiera.
Un buscador espiritual, es algo así como un alma sedienta de un néctar muy selecto, bebiendo de muchas fuentes para saciar su sed y a veces vagando errante por travesías insospechadas, donde cabe todo, desde renegar de la religión convencional, (no de la espiritualidad) hasta recalar en lo más extravagante de la new age, como el seductor Gurdjieff y otros similares con todas sus consecuencias. Ya lo decía Chesterton “Cuando el hombre deja de creer en Dios (a la forma tradicional) es capaz de creer en cualquier cosa. Cómo admiro y envidio a los que se sienten cómodos e integrados en su fe, y su espiritualidad, con su cofradía, hermandad, iglesia, asociación, culto o cualquiera que sea la fórmula que les sostiene en ese eje del “centro de gravedad permanente” para no perder el rumbo y descarriar.
Para los “versos sueltos” que no acompasamos con nada de lo establecido, puede resultar un verdadero tormento y un puro veneno que hay que aprender a destilar bien para no morir en el intento. Necesitamos “customizar” un poco el camino que más se adecúe a nuestra personalidad sin secundarlo plenamente, para vivir la espiritualidad a nuestra manera.
“Un poco de calma cuesta muchas tormentas previas”.