Sadhaka Yoga

YOGA MÁLAGA

Dos cuentos muy cortos para “transitar mentes muy racionales“ y
conseguir una actitud amigable en nuestros visitantes aspirantes a yoguis:

La imagen representa uno de los cuentos que se leen en las clases de yoga en Málaga

El Secreto del Escultor

Un escultor ordena que se le lleve un gran bloque de piedra para trabajar en él.

Unos meses más tarde, acaba de esculpir un caballo y un niño que le había observado trabajar todo el tiempo, le pregunta:

-¿Cómo sabias que había un caballo dentro?

El Ciempiés y el Sapo

Un ciempiés vivía tranquilo consagrado a sus asuntos, hasta que un día un sapo que lo observaba ir y venir, le preguntó: 

Por favor,  aclárame algo, ¿En qué orden accionas tus pies?

El ciempiés, desconcertado por la pregunta del sapo, se metió en su agujero, intentó pensar en una posible respuesta, pero no lo consiguió. Permaneció bloqueado  incapaz ya de poner en movimiento sus patas hasta morir de hambre. 

La imagen representa uno de los cuentos que se leen en las clases de yoga en Málaga.

Practicar hasta que la mente olvide y el cuerpo recuerde...

La práctica de yoga es la mejor manera de empezar a conocernos y a usar apropiadamente nuestro cuerpo, ayudados por la respiración.

Es más práctico empezar por aquí, por el cuerpo, que por la mente, pero todo debe ser abordado. El cuerpo es el primer instrumento que tenemos a mano para empezar a trabajar en nosotros mismos y recordar lo que hemos olvidado y traemos de fábrica: que el cuerpo tiene su propia inteligencia para la psicomotricidad (propiocepción y conciencia sensorial).

Lo que hace que al principio podamos sentirnos torpes en la primera práctica de yoga o de cualquier otra disciplina, ocurre porque le damos el mando completo a la mente, (como el ciempiés en el cuento) y es un trabajo en equipo: cuerpo, mente y respiración, cada uno tiene su papel.

La práctica de yoga, como cualquier otra, implica compromiso y constancia para ir transitando sus beneficios a la vez que nos retroalimentamos de los mismos y generamos hábito, estado de equilibrio y actitud ante la vida.

Cuando la mente se aparta lo justo, deja de entorpecer para pasar a colaborar eficientemente.

¿Quieres saber más?

No se me ocurre mejor manera de describir lo que hacemos en yoga, que referirme a una de sus mejores fuentes, texto emblemático y único como es “Los Yoga Sutras de Patanjali”, según el cual, la práctica de yoga implica, en lo que a yoga físico se refiere, ejercicios corporales (âsanas) en los que debe haber atención, estabilidad, comodidad y una continua presencia respiratoria. También nos indica que debe hacerse con el correcto y justo esfuerzo y a través de la concentración respiratoria continuada para que dicha práctica pueda ser sostenida en el tiempo.

Patanjali también nos advierte de que siempre que practicamos yoga hay resistencias, y puedo reconocer tres tipos de tensionesen el cuerpo (me duele, me tira, estoy duro…), en la respiración (se agita, se acorta, se interrumpe, no llega…), y en la mente (pienso en otra cosa, un sonido me distrae, no puedo mantener la atención más que un instante en lo que quiero…).

Así que una âsana debe estar presente en tres niveles para ser considerada Yoga:

Cuando haciendo yoga me tiembla el cuerpo es porque estoy haciendo esfuerzo y no he respetado mis límites.

Esto, que a veces le ocurre a principiantes o personas con poco tono muscular,  nos indica que esa postura no es conveniente en ese momento.  Dicha persona necesitará de una mayor preparación o de medios reguladores (doblar las piernas, colocar un cojín, modificar los brazos…).

Saber regular la intensidad de cada âsana a cada alumno para permitirle encontrar estabilidad es algo fundamental y necesario.

El esfuerzo apropiado es el que nos permite liberar esas tensiones haciéndolas sostenibles.  Este sólo se consigue adaptando las posturas a mis posibilidades, según una progresión atenta y respetuosa en el tiempo.

Aún así, habrá cosas que no conseguiré hacer nunca: por mi edad, por mi rigidez articular, por una lesión que tuve hace años... Sólo el “justo esfuerzo” nos lleva al medio de regulación como clave fundamental para el estado de yoga en el trabajo físico.

Añade también Patanjali el concepto de comodidad: que no haya molestias o dolor en ningún momento. Cada uno tiene un umbral de dolor diferente, ese punto en que la intensidad se transforma en tensión, en contracción. Superar ese límite es ir en dirección contraria al estiramiento, es limitarlo en vez de favorecerlo.

Patanjali nos indica también que la práctica de yoga debe ir acompañada siempre de una respiración regular, ininterrumpida y estable, calmada, silenciosa, interna.

Una persona puede ser atlética y encontrarse en plena forma física, pero a la hora de hacer âsana, es posible que, a pesar de su flexibilidad y de su capacidad pulmonar, su respiración no fluya. El cuerpo puede parecer perfecto, pero la respiración puede estar tensa, forzada, ser superficial o irregular.

Precisamente para tener dominio y control sobre ello, en Yoga se da mucha importancia al trabajo de Prāṇāyāma.

Prāṇāyāma es algo así como el control de la energía (prāṇā) a través de prácticas respiratorias muy diversas, como bandhās (llaves) y mudras (gestos), poniendo el foco en partes concretas del cuerpo, aplicando diferentes técnicas que nos ejercitan en este campo con innumerables beneficios según la técnica escogida, entre ellos fomentar la concentración, equilibrar los hemisferios cerebrales, regular la temperatura corporal, activarnos o serenarnos, desbloquear nadis (conductos energéticos invisibles), fortalecer vías respiratorias, etc.

Estar atentoalerta.

El hecho mismo de estar observando tu cuerpo para no hacer un exceso de esfuerzo y para coordinar la respiración con el movimiento sin que ésta se altere, requiere una mente alerta y observadora en cada momento.

Y precisamente el trabajo mental es la piedra angular donde reside todo, es la guinda del pastel, el OBJETIVO a donde apuntar, es el camino a transitar.

No sólo necesitamos tener la mente enfocada en clase de yoga, sino en todos los ámbitos y aspectos de la vida donde se nos hace cada vez más difícil la concentración y la atención.

De ahí la necesidad de la MEDITACIÓN, la práctica sobre la mente, de hecho el texto mencionado de Patanjali está orientado casi en su totalidad al conocimiento de la mente y a la práctica de la meditación, poca cosa le dedica al aspecto físico, solo que como he dicho antes, es más fácil empezar por el cuerpo para terminar abordando lo inabarcable de la mente, y las premisas para la práctica son las mismas para todos los aspectos mencionados: atención, estabilidad, justo esfuerzo para poder sostenerla en el tiempo, es decir, constancia, perseverancia y actitud en la práctica para llegar al anhelado estado de Kayvalya (libertad).

Con todo lo expuesto, siempre practicaremos yoga para que el cuerpo esté relajado y flexible, la mente clara y la respiración equilibrada, logrando así poder afrontar la vida desde un “eje” que nos permita responder a sus exigencias sin esfuerzos ni resistencias, integrando incluso, lo que no nos gusta, como aprendizaje.

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