Es increíble la deriva que ha tomado el mundo del yoga convertido en un “nicho de mercado” explotado hasta la extenuación.
Por doquier se ofertan cursos de formación, publicidad de diferentes estilos de yoga adaptados a tus necesidades, retiros vacacionales en parajes naturales con gastronomía vegana, venta de atractivo material diverso para la práctica del yoga y meditación, venta de remedios milagrosos para el estrés la ansiedad a través de la práctica de tal o cual terapia basada en la milenaria filosofía del yoga , viajes y peregrinaciones a los lugares emblemáticos o ashrams de renombre con el estudio de textos clásicos impartidos por los más excelsos gurúes etc. etc.
Todo ambientado con los mantras de la sostenibilidad, la armonía con la naturaleza, la empatía y el amor universal hacia nuestros congéneres…. Y llegados a este punto cabe pensar que tanto manoseo de este Santo Grial del Yoga, lo está devaluando, degradando hasta límites insospechados.
Cuentan los que sí han viajado a la India, que allí, hasta lo más sagrado está sometido a la mercadotecnia, aprovechando el tirón y la demanda por parte de los occidentales, monetizan (este palabro tan de moda) todo, sus orígenes , sus raíces , su tradición, su filosofía, su religión, sus leyendas, su esoterismo, su historia , todo bajo la premisa de la dificultad que entraña en una cultura como la hindú, delimitar que es cada cosa y por supuesto no digamos esclarecer qué es Yoga.
Habría que repensar una manera de favorecer la divulgación del Yoga sin caer en la trampa consumista de relegarlo a un producto más de nuestra sociedad de consumo, criticada por muchos de los gurúes que reciben sus pingues beneficios a la vez que la culpabilizan de muchos de los males que nos azotan.(Difícil lo veo)
En fin, ningún gremio se salva de esta tendencia sobre explotadora, pero no podemos pretender que cualquier practicante de yoga abandone su profesión y modo de vida para abrazar al Yoga como única vía de “salvación” seduciéndolo a que se dedique por entero a la enseñanza del mismo. No perdamos el sentido común ni vendamos el Yoga como la panacea a todos nuestros males, bien está fomentarlo como habito de vida saludable pero no pretendamos convertirnos todos en instructores/profesores/monitores para que no se acabe la gallina de los huevos de oro.