Sadhaka Yoga

Sobre el amor  (en general…)

La mayoría de las heridas emocionales, ya sean de pareja, de amistad o de familia, vienen por no sentirse querido  como a uno/a le gustaría, es decir con esa patente de exclusividad que El Principito manifestó a su Rosa tan explícitamente haciéndole ver  que Ella nada tenía que  envidiar a  ese montón de rosas vulgares y corrientes que no habían sido nunca  “domesticadas” por nadie lo cual las dejaba vacías, huecas y carentes de valor….

En el caso del amor filial  de igual modo desde niños buscamos el reconocimiento de nuestros progenitores para afianzarnos en nuestro progreso  con su aprobación como acicate de evolución  y demasiadas veces los progenitores ponen todo su empeño en que los vástagos  los superen o como mínimo los  igualen a ellos,   o a la idea que  tienen de sí mismos, creando a veces  una brecha insalvable  si no ocurre así, que  escuece profundamente  como decepción y   sentimiento de fracaso  tanto en  los hijos  como  en los padres, marcando distancias y perpetuando heridas.

En el caso del amor de pareja  cuan oportunos son esos famosos  versos de nuestro Sabina:

De sobra sabes que eres la primera
Que no miento si juro que daría
Por ti la vida entera

Y sin embargo, un rato cada día
Ya ves
Te engañaría con cualquiera
………..

Que  seguro, la mayoría de los hombres secundarían sin pensarlo  hasta en voz alta;  y “SIN EMBARGO” (título de la canción)  las mujeres preferiríamos que el triunfo del amor fuera tan  completo y poderoso que no hiciera necesario  ni tan siquiera pensar  en “ese rato cada día…con cualquiera” para conferirnos una vez más, un halo de    exclusividad  y un poder  especial, como la rosa del Principito.  La cuestión es, que bien pensado nos deberíamos contentar con el resultado final de que  se queden  con la  pareja, porque denota elección y preferencia. Claro que  cosa distinta es,  saber si dicha elección es por temor a las consecuencias o por sentimiento verdadero

Igual ocurre en la amistad, un  amigo/a es único y especial por encima de sus defectos o virtudes, y esperamos correspondencia y lealtad en igual medida y si alguna vez se quiebra por el motivo que sea,  ocasiona dolor, decepción, desengaño….

En definitiva, todos necesitamos en todos los ámbitos, el “reconocimiento” en el otro, el salvoconducto de la excepcionalidad,   una especie de anclaje invisible que te eleva a lo más alto  cuando así lo sientes, o te hunde a  los infiernos cuando sientes que no lo tienes.

Pero si bien lo pensamos,  todos y cada uno de nosotros hemos sufrido la decepción y también   hemos decepcionado….porque somos humanos  con debilidades y faltas  y no dioses. 

Con el paso de los años gradualmente  en un camino más individual y personal vamos  viendo la importancia de conocerse y aceptarse  para no decepcionarse  también  a uno mismo y en definitiva quererse tal cual uno es sin imposturas.