Se podría describir como alegría o satisfacción, una actitud para afrontar la vida de modo positivo y optimista.
Pero no en la manera ridícula y absurda que se está imponiendo en RRSS sobre todo en jóvenes, que creen ciegamente que por repetir “X” número de veces un deseo como un mantra, terminará por hacerse realidad.
Santosha es el segundo precepto de los niyamas (observancias de autodisciplina para con uno mismo como practicante de yoga o no) que nos comenta Patanjali en los YogaSutras. Pero precisamente este contentamiento y alegría procede de la madurez, del discernimiento, de la experiencia práctica de la vida, no de la ñoñez de estar sonriendo a todas horas de manera pueril, ni tampoco de la resignación o el conformismo. Sino que surge de un sentimiento puro de limpieza, de salud y vitalidad, de admirar la vida en lo grandioso de la existencia, con humildad y sencillez, habiendo aprendido las muchas lecciones vividas, de haber llegado a la conclusión de que aquí estamos de paso y hay que aligerar el equipaje para vivir con aceptación y apreciar el gran valor de las pequeñas cosas y gestos estando despiertos para observarlos, captarlos y llenarnos de gratitud por cuanto tenemos.
Algunos viven la vida como si todo en ella fuera un milagro, otros sin embargo, como si nada lo fuera. La cualidad de santosha brota de manera natural cuando se deja de ver la vida a través del deseo, cuando se suelta el pasado y se abandonan sueños irreales, viviendo inmersos en el presente, enamorándose de la vida, maravillarse de todo, en especial del milagro de la existencia y entonces empezamos a ver belleza en todo y en todos.