En yoga, como en todo lo demás en la vida, la perseverancia y la constancia consiguen mucho más a largo plazo, que un atracón temporal para terminar abandonando. Es la misma fórmula de siempre, dosificarse para ir poco a poco sin grandes pretensiones pero sin abandonar, lo difícil es sostener la práctica en el tiempo.
El hatha yoga es la alquimia de las energías utilizando el cuerpo y la respiración, para trascender lo físico y ver en cada movimiento, cada respiración, cada pensamiento silenciado o canalizado, un pasaporte a nuestro mundo interior más armonizado, equilibrado, a una mente aquietada, a unos sentidos sosegados, a una dimensión expandida….
La esencia de la enseñanza es la práctica, afianzarnos en la práctica con perseverancia, para experimentar lo descrito, difícil de definir de manera general, ya que cada cual tendrá sus propias sensaciones y nivel de comprensión.
Ese nivel de comprensión nos lo trae la meditación, a la que hay que poner intención y práctica del silencio, de la escucha profunda a través de la concentración.
Leí esta definición de concentración que comparto por parecerme muy completa y clarificadora: La concentración es un método de enfoque controlado y continuado sobre la forma, hasta que ésta, por sí misma se desvanezca en el tiempo y la meditación suceda más allá del tiempo y el espacio.
A veces hay que pararse un poco en la vida, para poder continuar, ese es el desafío, pero cuando experimentas los parabienes de parar, recoges la invitación a repetir.
Es decir, al igual que la frase de la imagen, la gota abre la piedra no por su fuerza, sino por su constancia. Habrá algo más dulce y suave que una gota de agua resbalando sobre la dureza de una roca? Y sin embargo hace mella en la piedra…… Pues de la misma manera, cuando nos ponemos a meditar, sucederá o no sucederá que nos sobrevenga, pero lo primero es ponerse y cuanto más te pones, más probabilidades de conseguirlo, así que lo que depende de cada uno es la intención y su práctica, el resultado llegará cuando tenga que llegar.